El Cansancio
Escribir una crónica sobre el cansancio de por sí puede ser fatigoso, sobre todo si ha de hacerse en horas de la noche, robándole tiempo al reposo nocturno. Sin embargo, a veces no cabe más que prolongar el agotamiento con el propósito de cumplir con las obligaciones contraídas. A fin de cuentas, es preferible dormirse extenuado, pero en paz consigo mismo, que disponerse a descansar quedando en deuda con algunos de nuestros deberes más inmediatos. Es necesario acabar hoy lo que no puede esperar hasta mañana.
Ahora bien, lo anterior es cierto parcialmente, puesto que también cabe decir que el cansancio se ha vuelto uno de los grandes temas contemporáneos. La vida de hoy, sumamente agitada, convive con una extendida e interminable sensación de desfallecimiento. Un número importante de personas, incluso muy jóvenes, se constatan a sí mismas agobiadas y con pocas fuerzas para responder a tantas exigencias de un ritmo apremiante a tal extremo, que hasta la misma pausa se piensa como una inagotable sucesión de actividades.
Vale la pena, entonces, enfatizar la necesidad de reponer tiempo para aquietar el cuerpo y el alma. Aunque sea bueno acabar el día sin nada pendiente respecto de lo más prioritario, no es menos fundamental aprender a no dejarse consumir por el apuro. Después de todo, quien vive sin detenerse, vive también sin conocerse.